Dios y Señor mío, única promesa y salvación de todo el mundo, ten piedad de mí según la excelencia de Tus Misericordias. Admito sin rebozo mi maldad, perdonádmela, Padre mío, siento la confusión y vergüenza de mi alma. Te suplico humildemente me rociéis con el hisopo y va a quedar mucho más blanco que exactamente la misma nieve. Crea, Dios santo, en mí un corazón limpio de toda inmundicia de maldad, y dame un espíritu nuevo de sabiduría, de amabilidad y de integridad. Te prometo, Salvador mío, que con mis expresiones y ejemplos contribuiré todo cuanto logre para la conversión de los pecadores, a fin de que se vuelvan a Ti y Te procuren por el sendero de la penitencia. Dígnate, Señor, escucharme, abre mis labios, y mi lengua publicará Tus loas. Amén.
Señor mío Jesucristo, crucificado en un madero por la salud de los hombres; el cariño grande que a exactamente los mismos tienes Te logró nacer en un pesebre y fallecer en una cruz. Ya que tan fuerte hace aparición Tu amor, extiéndelo en beneficio de las pobrecitas ánimas del Purgatorio, sacándolas del mismo y subiéndolas al Cielo a fin de que allí queden inundadas en el inmenso mar de Tu amor por dichosa eternidad. De Ti dijo el Apóstol que eres todo caridad. Amor, ya que, muy dulce Jesús, amor y compasión para las pobrecitas ánimas. Tú asimismo afirmaste que viniste a la tierra a prender el fuego del divino amor y que quieres que prosiga ardiendo. Ardan, ya que, nuestros corazones en Tu amor inextinguible, y concurran de él a través de los sufragios las ánimas del Purgatorio. A este fin, en nombre Tuyo festejamos este beato Novenario. Te suplicamos, Señor, que bendigas nuestros deseos y hagas que fructifiquen para consuelo y bienandanza de las ánimas que sufren tormentos incomprensibles en el Purgatorio. Amén.
Tercer Día de la Novena por las Ánimas del Purgatorio.
ACTO DE CONTRICIÓN.
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, solo por quien sois, pues les amo sobre todas y cada una de las cosas, conociendo lo bastante que he pecado por culpa mía, una y mil ocasiones, digo que de haberos insultado me pesa; clemencia Santo dios, clemencia. Sugiero firmemente la enmienda de mi vida, ayudado por vuestra divina felicidad, Amén.
¡Padre celestial! que para socorrer las ánimas quisisteis que tu Hijo unigénito, haciéndose hombre, se sujetase a la vida mucho más pobre y mortificada y derramase su sangre en la cruz por nuestro amor! ¿De qué forma dejarías padecer largo tiempo en el purgatorio a unas ánimas que costaron a Jesucristo y que son vuestras hijas amadísimas? Compadeceos, ya que, de estas pobrecitas ánimas y libradlas de sus penas y tormentos. Miradnos a todos, vivos y fallecidos, con ojos de compasión y haced que celebremos un día vuestras misericordias en el eterno reposo de la gloria.- Amén.CONSIDERACIÓN DÍA TERCERO.